jueves, 29 de enero de 2009

Las pretensiones de este blog, o su falta de ellas

Antes de continuar necesito hacer una aclaración respecto del alcance de estas reflexiones, para lo que ahora copio una cita de uno de mis libros favoritos (Swami Shantananda, El Esplendor del Reconocimiento, SYDA Foundation 2003, p 166):


[Entonces…] existían en la India seis escuelas filosóficas clásicas —Nyaya, Vaiseshika, Samkhya, Yoga, Mimamsa y Vedanta—, así como las variantes de cada una de ellas; además, la escuela de gramática Vyakarana, el budismo, el jainismo, el islam y el cristianismo en todas sus diferentes versiones. También se sumaban las corrientes dualista, no dualista y la dualista–no-dualista del shivaísmo, del shaktismo y del vaishavismo.

En otras palabras, el pensamiento de la India es algo colosal e infinito, es como un bosque inmenso y esto es un paseo por un reducido rincón de ese bosque. Me detendré a ver alguna planta, observaré el cielo, disfrutaré del sol, pero no voy a clasificar cada flor ni cada árbol. Recogeré alguna piedra, escucharé el arroyo que pasa cercano, aspiraré a fondo los más deliciosos e inesperados aromas y no siempre sabré de qué están hechos.

Ya que esto fue concebido como libro, sigue un cierto desarrollo de las ideas, y quizá sea necesario leerlo en el orden en que acomodé las entradas: los blogs están concebidos para que lo último que se inserta quede hasta arriba, así que modifiqué los datos de las fechas. Pero opté por el formato de blog ya que lo más me gustaría es compartir estos planteamientos y ver qué piensan de ellos los demás, cómo lo aplican en su vida, qué emociones les sugieren. Cualquiera de estas teorías tiene mil formas de interpretarlas y existen fuentes autorizadas que dicen algo y otras que las contradicen, y todas pueden ser válidas. Eso no exime de que yo haya cometido algún error, y tendré mucho gusto es corregirlo, pues será producto de la ignorancia, nunca de la mala intención.

He incluido muchas imágenes cuyo crédito incluyo inmediatamente. Otras que se consideran del dominio público no tienen esa referencia, pero no es mi intención apropiarme de los derechos de nadie. Si alguien piensa que he hecho uso indebido de alguna imagen de su propiedad, favor de indicármelo para dar el crédito correspondiente o eliminarla si es preciso.

miércoles, 28 de enero de 2009

Ganesh

La India es un extenso territorio cuyos pobladores tienen una gran reverencia por la divinidad. Es una cultura en la que Dios tiene miles de caras. Uno de sus dioses más antiguos es Ganesh, el dios con cara de elefante. A Ganesh lo veneran tanto hinduistas como budistas y curiosamente, hasta los católicos, judíos y musulmanes de la India logran incluirlo en sus altares. Cuando los turistas van a la India y encuentran que muchas artesanías están dedicadas a los dioses, se sienten atraídos por la figura de este exótico personaje, con su linda cara infantil, sus ojos entornados coquetamente, su cuerpo regordete y vestido de colores chillantes.


Ganesh tiene a su cargo iniciar las cosas, eliminar los obstáculos y conceder deseos. Siempre que una persona en la India quiere iniciar algo, empieza por pedir las bendiciones de Ganesh. Así pues, inicio presentando a esta figura tan amada y le pido sus bendiciones para este empeño.




Ganesh, como todos los dioses de la India, tiene muchos nombres, algunos sencillos como Ganapati y otros más extraños como Vakratunda. Muchos de los nombres en las mitologías son epítetos, es decir, palabras que describen al personaje. Por ejemplo, Ganapati significa el Señor de las huestes, de los grupos; Vakratundra, es el de la trompa doblada o torcida. También se le llama Ekadanta, el de un solo colmillo o diente; Lambodara, el del vientre redondo, y en una de los himnos que entonan en su honor, se le cantan 108 nombres. También hay muchas leyendas en cuanto a su origen, de las más reconocidas está la que afirma que es hijo de Párvati, la consorte de Shiva.


martes, 27 de enero de 2009

¿Vishnu, Vishnú, Visnú o Visnu?

Quisiera hacer aquí una breve aclaración en cuanto a la forma en que se escriben y pronuncian los nombres de estos personajes, también anexo un Apéndice en dos partes sobre el tema de traducción y transliteración. La lengua original de la India es el sánscrito, que es más o menos como el latín para Occidente. Se escribe con sus propias letras que se llaman devanagari. Así que cuando una persona occidental escucha o lee una palabra en sánscrito y quiere escribirla con las letras de su idioma, trata de imitar el sonido lo mejor que puede, y si esto lo hacen varias personas, termina habiendo muchas maneras de representar un sonido. Eventualmente los estudiosos llegan a un acuerdo, pero nunca falta quien está en desacuerdo por lo que un mismo nombre se puede encontrar de varias maneras.

Veamos las mismas palabras, Shri Krishna Ashtakam, que quiere decir Himno al Señor Krishna, en cuatro diferentes grafías.



devanagari



tamil



telugu



kannada


Así pues, Vishnu puede ser Vishnú o Visnu o Visnú. Shiva puede ser Siva. Lakshmi puede ser Laxmi. Brahma solo lo he visto escrito así, pero se podría aclarar que esa h no es muda como en español, aunque nunca lo he visto escrito Brajma, quizá porque esa h no es tan dura como una j española. Y no sólo eso, una palabra como Benares o Benarés, a veces es Venares o incluso Varanasi, que es lo más apegado a su forma original. Así pues, en este texto se encontrarán nombres y palabras escritas de varias maneras y de maneras diferentes a como las encontraremos en otras fuentes.

lunes, 26 de enero de 2009

La Trinidad Hindú

De acuerdo a la trinidad hindú (¿por qué será que en muchas religiones existen trinidades?) los dioses son: el creador Brahma, el sustentador Vishnu, y el destructor Shiva. Cada uno de ellos tiene su consorte:

Dios Función Consorte Diosa de
Brahma Creador Saraswati lenguaje, artes, ciencias
Vishnu Sustentador Lakshmi belleza, riqueza
Shiva Destructor PárvatiMadre Universal

En primera instancia, Párvati no es tan famosa como las otras dos diosas, sin embargo, iremos conociendo a los personajes de esta familia y veremos que el mundo existe porque Párvati se encarga de que Shiva lo regenere todo el tiempo.

En Occidente tendemos a equiparar la destrucción con la crueldad, la muerte sigue siendo un tema tabú que no se lleva a la mesa y no se trata con los niños a menos que “haya ocurrido una desgracia”, como si nunca nos hubiéramos imaginado que pudiera ocurrir. Pero en Oriente en general, y en la India en particular, la muerte se ve como un paso hacia la superación constante del individuo, que se repetirá hasta que logre recuperar su verdadera naturaleza, Dios.

Así pues, la misión de Shiva es destruir: lo que ya no sirva, lo que sea un impedimento, lo que ya haya rendido sus frutos. Shiva prepara la tierra para que Brahma pueda crear y Vishnu mantener. Una vez que ha cumplido su misión, le gusta retirarse a su morada en el Himalaya y sumergirse en meditación, en donde puede pasar milenios sin moverse. Esa sustracción del mundo por parte de Shiva, la aprovechan los demonios, que se empiezan a apoderar otra vez de la Tierra. Brahma y Vishnu, y todo el resto de los dioses, no siempre logran combatir con éxito a sus enemigos y el mundo vuelve a quedar en peligro de extinción. Entonces recurren a Párvati y le suplican que use sus encantos para sacar a Shiva de meditación y que los salve, cosa que hace Párvati, no sin pagar las consecuencias. Ahora contaremos la historia de esta familia fundamental para la India: Shiva, el dios de la destrucción, Párvati su consorte, y cómo ella concibió a su hijo Ganesh sin que Shiva sea su padre, y Skanda, hijo de Shiva sin que Párvati sea su madre.

sábado, 24 de enero de 2009

Shiva, Párvati, Ganesh y Skanda: Una familia ¿disfuncional?

Shiva es un dios que se representa como un yogui: un practicante del ascetismo hindú. Tiene el cabello largo y a menudo despeinado, y de la parte superior de su cabeza surge el río Ganges. Se sienta a meditar sobre una piel de tigre. Tiene un bastón, y su cuenco para pedir limosna está hecho con una calavera. Comanda un ejército de “ganas” o espíritus, que pueden desatar grandes calamidades. Una de las primeras formas de los miembros de este ejército eran los “maruts,” las nubes que descargan los torrentes en la época del monzón, la estación de lluvias de la India, cuando llueve sin parar durante meses.



Shiva es un dios de modales bruscos y poco dado a convivir con los hombres o tomarse la vida a la ligera, a diferencia, por ejemplo, de Vishnu. No hace bromas, es justo, y tiende a serle fiel a su consorte.


Párvati era la hija del dios de los Himalayas. Cuando era princesa estaba muy consciente de su posición, pero no era una doncella caprichosa. Desde siempre supo que estaba destinada a algo grande. Amaba a sus padres, pero cuando tuvo que elegir entre el honor de su padre y el de su esposo, se erigió como el modelo ideal de esposa. Esto no significa que su vida con Shiva fuera sencilla. Muy a menudo, Shiva la relegaba, ya fuera porque se iba a pelear o porque entrara en una de sus profundas meditaciones.

En una ocasión, Párvati se quedó nuevamente sola en su palacio, en la cima del monte Kailas, en el Himalaya. Sus doncellas, Jaya y Vijaya (las j se pronuncian como en inglés, parecido a ll – o sea que suenan como Yaya y Viyaya) se fueron a quejar con ella de que los asistentes del Señor Shiva no les ponían la atención necesaria, ni a ellas ni a Párvati. Párvati se quedó pensando en esto cuando decidió ir a tomar un baño. Llamó a Nandi, el jefe de los asistentes de Shiva, y le encargó que no dejara entrar a nadie mientras lo hacía. Al poco rato Shiva regresó, buscó a Párvati y le informaron en dónde encontrarla. Nandi no detuvo el paso de su amo y Shiva irrumpió en la intimidad de Párvati. Esto la enfureció y le hizo pensar que sus doncellas tenían razón, era necesario que ella tuviera su propio servidor, que le fuera fiel a ella bajo cualquier circunstancia.


Cuando Shiva se volvió a ir, ella, con sus poderes, creó a un niño precioso a quien llamó Ganesha y le pidió que cuidara la entrada a sus aposentos y no dejara entrar a nadie. Al cabo, Shiva volvió a regresar y cuando trató de entrar en la habitación de Párvati, un niño le detuvo el paso.

- ¿Quién eres tú y cómo se te ocurre detenerme? ¿No sabes que yo soy el dueño de este palacio y de todo lo que hay en él? – gritó Shiva.

Ganesh le contestó sin dudarlo, que no le importaba quién fuera, no lo dejaría entrar. Shiva se enfureció y empezó a pelear con el niño. En una de las versiones de la leyenda, Ganesh estaba ganando la pelea, pero como Shiva, el dios de los dioses, no podría ser derrotado, recurre a una artimaña y aprovechando una momentánea superioridad, le corta la cabeza al niño y entra a donde está Párvati.

Cuando ella comprende lo que debe haber pasado, se enfurece con Shiva y le exige que le devuelva a su hijo íntegro. Shiva, temeroso de la ira de su amada esposa, manda a sus asistentes a que le traigan la cabeza del primer ser vivo que se encuentren, y éste resulta ser un elefante. Shiva restituye al niño ante su madre y desde entonces, Ganesh tiene cabeza de elefante y cuerpo de niño. Cuando Párvati ve a su hijo, ahora convertido en un fenómeno, le dice a Shiva que aún le debe conceder una gracia: todos deberán honrar a su hijo. Shiva accede – incluso los dioses honran a Ganesh.

viernes, 23 de enero de 2009

Ganesh y Skanda

Otra historia muy interesante es cómo llegó Ganapati a ser Ekadanta, el de un solo colmillo. Vyasa es un vidente mítico que de haber existido sería el autor de los Vedas, los Puranas (leyendas de los dioses) y el Mahabharata, así como de otros textos clásicos de la India, lo que no le habría tomado menos de 400 años escribiendo. Cuando Vyasa fue llamado a escribir el Mahabharata, uno de los principales poemas épicos de la India, dijo que lo haría siempre y cuando le asignaran a Ganesh como escribano. De acuerdo con la mitología, que Vyasa pidiera algo a cambio de escribir no es raro, y tampoco es raro que le fuera concedido debido a la importancia de que Vyasa escribiera todo lo que escribió. Pero Ganesh sigue siendo un dios, y no sería lógico que aceptara una misión de parte de un simple vidente sin imponer alguna condición. Dijo que escribiría mientras Vyasa no dejara de dictarle, y en cuanto se detuviera, daría por terminada su tarea. Vyasa a su vez, impuso otra condición: que Ganesh no podría escribir nada que no hubiera entendido, y como en el Mahabharata suceden tantas cosas misteriosas, Vyasa tuvo tiempo de componer el texto más largo de la antigüedad. En una de esas ocasiones, mientras Vyasa le dictaba, se rompió la pluma con la que Ganesh estaba escribiendo, y con tal de no interrumpir su tarea, Ganesh se cortó uno de los colmillos y lo usó como pluma, así se convirtió en Ekadanta – (el que tiene) un diente. Ganesha también se llama Danti, el que tiene dientes. ¿No es curioso cuánto se parece la palabra danti a la palabra diente de nuestro español actual? En otra leyenda, Ganesh nace del resplandor de Shiva, quien después de todo es considerado como su padre, en este caso se refiere al hecho de que todo surge de la luz de Dios.


De este pequeño relato queda por aclarar “la importancia de que Vyasa escribiera todo lo que escribió”. Las palabras tienen para la filosofía de la India un poder en sí mismas que no tienen en otra parte, pero que poco a poco se vive en todo el mundo. La energía de las palabras se llama matrika shakti: la energía madre. No en balde dice la Biblia: En el principio fue el Verbo. Así que cuando Vyasa tiene que escribir, no está inventando un cuento o contando cosas de oídas, sino que está creando el mundo. Nada menos. Continuemos.
Ganesh tiene un hermano que se llama Skanda o Karttikeya, y es el dios de la guerra, porque conduce a las huestes de su padre para pelear contra los demonios. Skanda surge del semen de Siva que cae al Ganges, en donde lo alimentan unas ninfas. Skanda tiene seis cabezas, según una leyenda porque eran seis ninfas y él quería alimentarse de los seis pechos a la vez; según otra leyenda porque en realidad eran seis hermanos y cuando Párvati los ve, los encuentra tan adorables, que los abraza con muchísima fuerza y los 6 se funden en uno, pero conservando las seis cabezas y seis pares de brazos. Karttika-suta, uno de sus nombres, quiere decir: hijo de las seis madres. Un nombre grave de Skanda es Kumar, quiere decir “el que muere fácil”, pero no se refiere a su papel de guerrero, sino de niño. Tal era la mortandad de los niños, que decir “es un kumar”, significa “en cualquier momento se muere”. La cuna del culto a Párvati está en el actual Nepal. Allá, a la fecha se tiene la tradición de la Kumari, una niña que será honrada como diosa hasta que deje de ser niña. Las leyendas de los dioses de la India se recopilan en textos llamados Puranas. En el Purana de Skanda, existe un texto muy hermoso que se llama El Canto del Maestro, o Gurugita, que Elizabeth Gilbert, autora del libro Comer en Italia, Rezar en la India, Amar en Indonesia, ha mencionado como algo que no le gustaba, pero que en lo personal me fascina. También creo que Iskander, nombre que llega a nuestros días como Alejandro, tiene su origen en Skanda; ciertamente Alejandro Magno honra al dios de la guerra y de la muerte temprana.

miércoles, 21 de enero de 2009

Las fuentes

Hemos mencionado a los Vedas, los Puranas y el Mahabharata. La fuente de toda sabiduría de la India son los Vedas. Los Vedas se consideran revelaciones, es decir, que no se le ocurrieron a una persona, sino que son obra de la divinidad. De alguna manera, Dios le hace saber a ciertos hombres el contenido de las escrituras, que originalmente se transmiten de forma oral. Es notable comprobar que las tradiciones orales se mantienen más íntegras que las escritas.


La palabra Veda quiere decir conocimiento o sabiduría y existen cuatro Vedas, el más antiguo se llama Rg (frecuentemente escrito Rig, que es más fácil de pronunciar) y contiene los himnos de la sabiduría y las fórmulas de los primeros rituales. Después está el Sama Veda, que es una colección de ceremonias entonadas con melodías más elaboradas. Le sigue el Yajur Veda, que es la escritura de los sacrificios rituales y se divide en dos, el Blanco (Shukla) y el Negro (Krishna). Por último, está el Atharva Veda que contiene fórmulas para atacar al mal, las enfermedades y lograr otra serie de cosas prácticas.